GASTRONOMÍA Y TURISMO. Uno de esos espacios peculiares en Ibiza es el Ibiza Rocks House at Pikes Hotel. En el interior de San Antonio, este hotel de esencia 100% british, es conocido por ser frecuentado desde antaño por estrellas del rock. Con 25 suites, piscina, dos zonas de restaurante con menú orientado al turista inglés y hasta un centro gimnástico, pretende ser el alojamiento más alternativo de la cadena Ibiza Rocks -con otras tres sucursales-, y el de toda la isla.
Ajardinado, y con aspecto de complejo deportivo (acoge incluso una gran pista de tenis de color rosa), el House vuelve a cobrar la actividad musical y cultural, más allá de las épicas reuniones de artistas en los 80. Por ejemplo, la fiesta que el ya póstumo y épico cantante de Queen, Freddie Mercury, celebró aquí con motivo de su 41º cumpleaños, un auténtico who is who de la época. Con 500 invitados, y hasta con un incendio incluído, introdujo al House en los gruesos anales de la peculiar historia ibicenca. Un balón de helio de los cientos de color negro y dorado que aderezaban la ambientación aquél día prendió fuego con una colilla. Afortunadamente, no hubo mayores daños. Más de 30 años después del incidente, la idea hoy es abrirse a todo tipo de demanda, sin dejar de lado el aspecto sónico. De ahí su activa agenda, que va del penúltimo concierto de Biffy Clyro a la presentación de un cortometraje por el mismísimo Boy George en persona, otro de sus habituales. «Intentamos que sirva de after party al resto de hoteles de la cadena», asegura en castellano la encargada española de prensa en la recepción de este alojamiento ciertamente onírico y recientemente reformado.
Su creador fue Tony Pike, hoy un octogenario que reside en el hotel desde su apertura. Lo creó en 1980 y, desde entonces, guarda cientos de recuerdos sobre sus famosos huéspedes, que relata en la web. Sin duda, el más inolvidable fue Freddie Mercury: «El hombre más flamante, era un verdadero animador, el personaje más colorido que nunca haya conocido. El hombre más grande que jamás haya encontrado en mi vida», cuenta «el señor Pikes» -trato que recibe en el House- sobre el artista que fue capaz de poner el hotel a la altura de otros también ligados al mundo de la música, como el Chelsea de Nueva York o el The Columbia de Londres. Con la diferencia de estar perdido en mitad del campo ibicenco, de tierra rojiza y verdes arboledas propias del paisaje típico payés.
En 2011, Andy McKay y Dawn Hindle, una pareja de ingleses residentes en Ibiza, dieron un nuevo aire a la ambientación, más desenfadada, a la ideada por su dueño. «Le hemos dado unos toques más modernos para recibir a una generación que pueda experimentar el lujo sus maravillas», aseguran en su nota de bienvenida en la web. Hasta entonces, cientos de estrellas de la música, mayormente británica (también lo visitaron artistas como el español Julio Iglesias), lo venían frecuentando. Hoy acoge todo tipo de público, aunque un 95% de los cerca de 6.000 huéspedes que se reciben durante la temporada -de mayo a octubre- siguen siendo de nacionalidad inglesa. Ofrece un look diferente al del resto de Ibiza Rocks, más enfocados al turista tipo. Lo completan el Hotel y el Hostal -un hotel y unos apartamentos con piscina y fiestas de dj´s abiertos en 2008, ambos también en San Antonio-, y otro complejo hotelero en Magaluf (al oeste de Mallorca) -en marcha desde 2010-, con más de 300 apartamentos.
El indiscutible sello británico
A primera vista, el House podría confundirse con una villa ibicenca, aunque su interior destila un ambiente lo más parecido a un parque temático. Presenta eventos como el Sunday Roastde los domingos, una reunión donde se cocinan asados de pollo, pavo o cordero acompañados de patata y postres como el yorkshire pudding, una suerte de bollo inglés (desde las 14 horas, 36 euros por persona). Pocos espacios podrían superar, además, el desafío que supone poner al servicio del huésped raquetas y pelotas para usar de forma gratuita su pista de tenis rosada o un bar (el Freddie´s Bar, en honor al eminente vocalista de Queen) con fotografías de emergentes estrellas de la música británica enmarcadas, junto a ornamentos de decoración ancestral. Cuanto menos, el House a nadie deja indiferente.
Para llegar al hotel, es necesario desviarse de la carretera que lleva hasta Santa Gertrudis un kilómetro aproximadamente, por un camino de tierra, dificultoso y en cuesta. Al llegar, en la entrada, un cartel da la bienvenida con una inscripción de indiscutible humor inglés: «Nada ha terminado hasta que no cante la mujer gorda», primera pista de que aquí nada es convencional. Bajo un techo de tejas coronado con buganvillas rosas, se accede al jardín del hotel, digno de Alicia en el País de las Maravillas. Si cabe, uno de esos cuentos ingleses universales. Butacas gigantes en forma de manos contenedoras hacen las veces de asientos y tacitas blancas sirven de mesas. De un gran árbol cuelgan bolas de metal. Junto a un letrero que indica las zonas de recepción y restaurante, la figura de un enanito empuñando el dedo corazón y retorciendo la lengua en acto de desafío. Y una pizarra con eventos y sesiones, como las del Rockovery, un centro gimnástico con yoga, tai-chi, pilates o reiki.
En el interior de una de las construcciones de arquitectura blanca se esconden algunas habitaciones y pasadizos laberínticos descubren salas como el Freddie´s Bar, que supuestamente guarda la ambientación original. Se trata de una estancia cubierta con aspecto de cueva, una barra de bar, bancos corridos de piedra, cojines rojos, una cama con chimenea y una bola disco. Le sigue otra sala de butacas blancas alrededor de una mesa de roble. Fotos de emergentes artistas ingleses pueblan sus paredes: de Kaiser Chiefs al joven y emergente cantautor y guitarrista Ed Sheeran. Junto a él, una foto de los belgas 2manydj´s, «habituales de la casa y de la isla -donde habitualmente pinchan en alguna de sus discotecas-«. Al parecer, en esta parte se celebran una media de dos fiestas por semana.
De vuelta al exterior, el corazón del hotel es una gran piscina en la que esta media tarde juguetean y ríen un par de niños en torno a un gran flotador amarillo. Dentro de ella, asientos altos de gresite en torno a una sombrilla de paja. En la barra del bar, esta parte conocida como Pool Bar, bustos de atuendo comanche. Además, una caseta con pinturas alusivas al mundo del circo. La risa de los niños es lo único que hoy distorsiona la paz del hotel. Nada que ver con la memorable fiesta. Alrededor de la piscina, sendos jóvenes tatuados y con grandes gafas bajo una sombrilla leen y miran un moderno laptop. Más allá, en la zona de terraza con vistas y tumbonas, un grupo de chicos y chicas se sirven champán de reconocida firma. De vuelta a la zona de entrada, una pequeña estructura blanca, junto al jardín, acoge la recepción. Reciben al otro lado del mostrador, entre pósteres de «eminencias» inglesas: Grace Jones, Jon Bon Jovi, Sade o Naomi Campbell.
-«¿El señor Pikes está presente en todo esto?».
-«Por supuesto. En todo lo que el cuerpo le permite», responden en castellano días después al preguntar al teléfono.
Relojes, hamburguesas y queso de cabra de Santa Gertrudis
Las dos zonas gastronómicas del House mantienen la línea alucinógena del hotel. Junto a la piscina, el restaurante principal, con robustas mesas y sillas pintadas de colores adornadas con bolas del mundo. En la parte alta luce un cartel: «Plaza Mayor». Quitasoles de redecilla ejercen juegos de sombras sobre el suelo, entre la vegetación de palmeras y demás plantas trepadoras. Es la zona donde se sirve el breakfast o desayuno inglés.
Unas escaleras conducen al Room 39, en honor al puesto que el vídeo musical Club Tropicana, del dúo británico Wham, alcanzó en las listas en 1983. Fue uno de los más vendidos del año, hoy con cerca de 4 millones de descargas en la red social Youtube. Rodado en la piscina del hotel, en él se aprecia a un jovencísimo George Michael bajo el sol ibicenco, repantingado sobre un flotador, entre demás turistas y guiños al mundo del aparejamiento. Este restaurante tomó el nombre también en honor a la sala 39 del British Museum, dedicada a relojes antiguos. Suponemos que ingleses. Sobre sus manteles negros con caras de dragones y sillas de mimbre, es posible tomarse, por ejemplo, un Sándwich Club Tropicana de pollo, panceta, avocado y lechuga. O una Ibiza Rocks House Burguer de ternera con una ensalada de quinoa espárragos y espinacas, que también se sirven al borde de la piscina, desde unos 12 euros. Nachos con guacamole, salchichas, incluso chorizo y morcilla, entre la selección de tapas. Y otras lindezas de cocina inglesa, baja en calorías y rica en condimentos. En el menú, platos de bistec de atún fesco o ravioli con queso de cabra local de Santa Gertrudis. De postre, cremoso de coco con mousse de maracuyá y frambuesas o un pastel de chocolate caliente. El sol se pone cada día en el House. Con todo, 33 años después desde su apertura, ciertas cosas parecen detenerse en el tiempo.
Ibiza Rocks House at Pikes Hotel. Camí Sa Vorera, s/n. San Antonio, Ibiza. Tel (+34) 971 34 22 22. www.ibizarocks.com/house.
*Fiesta Freddie Mercury, domingo 1 de septiembre desde las 14 horas. Más información y fotos en el álbum Ibiza Rocks House, el delirio británico en Facebook.
* Más información: El precio de la habitación en el House oscila entre 160 euros en temporada baja a 800 por una suite en temporada alta. Con una media de 40 huéspedes a diario. Durante la temporada, de mayo a octubre, puede sobrepasar las 6.000 estancias. El 95% es público joven y de nacionalidad inglesa, mayormente grupos de amigos y también familias jóvenes con niños, según datos del hotel. El turismo británico es mayoritario en Ibiza. Más de 160.000 ingleses visitaron la isla balear el pasado mes de julio de 2013 (cifras del aeropuerto de Ibiza), una cifra que supone un 8,3% más que en 2012, con algo más de 147.000 turistas británicos.