Cafe del Mar -blog

GASTRONOMÍA, TURISMO Y CULTURA. Fue el 20 de junio de 1980 cuando este mítico local de Ibiza abrió por primera vez sus puertas ante la inmensidad del Mar Mediterráneo, sobre la bahía de Caló des Moro, en San Antonio. Hoy es uno de los epicentros turísticos de Ibiza. La idea de Café del Mar era servir de espacio de relajación en un lugar ensoñador, elegido por poseer una de las más bellas puestas de sol de la isla.

Cada tarde, el Sol, cuan gigante bola incandescente, se adentra literalmente en el mar creando una de las escenas más maravillosas que uno pueda imaginar. Sigue siendo un hito en la historia de Ibiza tres décadas después. Venerado por románticos, ha experimentado la reciente incorporación de una gran terraza de dos plantas que se ha llenado de turistas, anexa al originario local, aún intacto, con aire de heladería italiana. Su fama subió como la espuma, y no sólo por su particular ubicación, también por la progresiva publicación de unos 50 álbumes de música `chill-out´, que desde 1994, empezaron a editarse desde aquí. Supuso el primer impulso de la electrónica en Ibiza, convirtiéndolo en mucho más que un señuelo turístico. Sirvió de plataforma a incipientes disc-jockeys y de trampolín más allá de las fronteras nacionales.

Más de 30 años después, esta pequeña obra mítica de aires modernistas con aspecto de gelatería y dos plantas, permanece intacta a mitad del Paseo de Ses Variades, asentado sobre un tramo rocoso de unos dos kilómetros de longitud. Abajo, sillas y mesas. Arriba, el chill out, con cojines, amplios ventanales y hasta chimenea. Por miedo o desconocimiento, algunos turistas apenas se lanzan a explorarlo y deambular entre sus lisérgicas columnas revestidas de espejos. El paseo que lo acoge es frecuentado a diario por miles de jóvenes, en su mayor parte veinteañeros, mayormente británicos. Se dan cita al atardecer en busca del momento de la puesta (la puesta de sol, que puede variar en el mes de julio entre las 21 y 21.30 horas) en un animado espectáculo, a modo de macroconcierto al aire libre, incluídos los aplausos al final. Cenan de forma light en alguna de sus innumerables terrazas y buscan diversión hasta altas horas entre la multitud de pubs y discobares del paseo.

Lluis Güell, arquitecto y artista visionario

El arquitecto artífice de Café del Mar fue Lluis Güell, nacido en Banyoles (Gerona) en 1945 y fallecido en la misma ciudad en 2005, casi en el anonimato. A día de hoy, podría quedarse tranquilo contemplando cómo su obra de nobles mármoles, fina cristalería y colorida cerámica se mantiene casi igual de intacta y lubricada que el primer día. En 1975, cuando este díscolo artista cambió su residencia gerundense por la isla balear, el ambiente era diferente. Abundaban los advenedizos y artistas de alma hippy que llegaban a la isla en busca de un remanso de paz, deshinibición (y algún caso hasta de huída de la incertidumbre porfranquista en los años 70, a modo de liberación). Con ese sentimiento fue creado este café de aire escapista y heredero del Modernismo de finales del siglo XIX y principios del XX. Una de sus manifestaciones estaba en el Parque Güell de Barcelona, obra del arquitecto barcelonés Antoni Gaudí (1852-1926). Casi como su compatriota catalán, Lluis Güell, también arquitecto, además de interiorista, pintor, escultor y uno de los genios desconocidos de las últimas décadas fue un personaje singular y un tanto propenso al fracaso.

El artista permaneció durante dos etapas en Ibiza. La primera, entre 1975 y 1984, unos 10 años. Y la segunda tan sólo durante un año, entre 1996 y 1997. En su primera llegada, mostró toda su capacidad creativa y visionaria, realizando intervenciones con un estilo propio y un tanto místico (iba para sacerdote), reflejado en obras tiendas, restaurantes ya desaparecidos (como S´Illa) y famosas discotecas: Summum (desaparecida) y Es Paradís (aún abierta, fue terraza en sus orígenes y luego techada y remodelada contra su voluntad). La segunda etapa de su vida no fue tan creativa y sublime, sino enfermiza y caótica. Pero le catapultó al olimpo de los inmortales.

El legado de un creador singular

A finales de los años 80, viajó a Alemania para realizar varios encargos, como una réplica de la discoteca Summum, pero le fue detectado un cáncer que, por otra parte, le impidió llevar a cabo otras peticiones, como la remodelación de la discoteca Studio 54, en Nueva York. Por entonces, desarrolló una faceta artística ligada a la enfermedad, utilizando gasas o bandas de curas. Una vez superada, volvió en los 90 a Ibiza junto a su amiga de la infancia, Antonia Maxwell, y realizó  encargos de amigos, algunos de los cuáles desistió cobrar. Entre ellos, una boutique que hoy sigue en pie en la ciudad de Ibiza, frente al Teatro Pereyra, referente de la música en vivo. Volvería a su Gerona natal, hasta desaparecer en diciembre de 2005. Tras su muerte, su hija Tánit, nacida en Ibiza en 1979, donde vivió de pequeña, volvió allí para recuperar parte de su obra: dibujos, ilustraciones y esculturas. Gracias a su labor, la huella de este artista tan controvertido como singular permanece hoy en algún museo, el pasaje de algún libro e incluso presente en la isla.

Espacio de culto para románticos y turistas

Durante la temporada de verano, es posible contemplar cada tarde en Café del Mar el vaivén de cócteles de colores sobre la barra, junto a dos enormes platos con tapa para pinchar vinilos, asentados sobre el lisérgico armario multicolor. Aquí puede que comenzara todo. Fuera, la gran terraza exterior, que hoy le pertenece, podría confundirse con el de cualquier otra sucursal vecina, siempre atiborrada de turistas. A su carta de bebidas se le ha sumado el sushi en un posible ejercicio de captación de público internacional. Muchos saben que el Café sigue ahí. Es considerado un espacio de culto para algunos fetichistas de la electrónica que, tiempo atrás, lo catalogaban de visita casi imprescindible. Para otros muchos visitantes pasa desapercibido. Y los que lo descubren por primera vez pierdan la mirada ante tal simulación onírica.

Además de un original interiorismo, ostenta un sello discográfico que lleva su nombre, un premio de una escuela universitaria y hasta un programa de radio en antena. Mágico y épico, en la planta superior atesora un mirador al paseo y el mar al otro lado del ventanal, y zonas de relax (con chimenea incluída para el invierno) en honor a su esencia: la idea del descanso. ¿Qué será del local dentro de otros 30 años? Al parecer, el espíritu de Lluís Güell permanece vivo en la isla. Puede que hasta haya respuesta. Hasta ahora, es todo un misterio.

* Fuente y más información Ver aquí www.cafedelmarmusic.com

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